PASTORAL
31 de juilo: Fiesta de San Ignacio de Loyola, SJ.
Hoy conmemoramos al Fundador y Patrono de la Compañía de Jesús, por lo que queremos compartir datos de su vida y obra.
Nació en 1491 en Azpeitia, Guipúzcoa, en una familia noble y rica. Su nombre de nacimiento era Iñigo López de Oñaz y Loyola, que cambió por Ignacio cuando comenzó sus estudios en París. Su familia pertenecía a la Casa de Loyola, una de las más antiguas e ilustres de la región vasca.
Fue cortesano y soldado hasta que en 1521 resultó herido en la batalla de Pamplona: Cayó defendiendo la Corona de Castilla contra los franceses. Su participación en la guerra fue decisiva para su conversión, ya que durante su recuperación experimentó una transformación interior que lo llevó a abandonar su vida mundana y a dedicarse a Dios.
Durante su convalecencia, leyó libros religiosos que lo llevaron a un proceso de conversión y a imitar la vida de los santos. Así comenzó el camino espiritual de Ignacio, que se basó en la lectura de una colección de vidas de santos y la Vida de Cristo. Estas lecturas despertaron en Ignacio el deseo de seguir el ejemplo de los santos y de Jesús, y lo hicieron reflexionar sobre el sentido de su vida.
Peregrinó a Jerusalén y se retiró a Montserrat y Manresa, donde escribió sus Ejercicios Espirituales, una guía para la meditación y el discernimiento. Ignacio buscó lugares sagrados para profundizar su relación con Dios. En Montserrat se confesó y dejó sus vestidos militares ante la imagen de la Virgen. En Manresa vivió un año en una cueva, donde practicó oraciones, ayunos y penitencias. Allí también tuvo varias experiencias místicas que plasmó en sus Ejercicios Espirituales, un método para ayudar a las personas a encontrar la voluntad de Dios en sus vidas.
Estudió en España y Francia, donde conoció a Francisco Javier y otros compañeros con los que fundó la Compañía de Jesús en 1534. Se interesaba por la formación intelectual y por la evangelización. A pesar de su edad avanzada y sus dificultades con el latín, Ignacio se matriculó en varias universidades para estudiar filosofía, teología y humanidades. En París conoció a otros estudiantes con los que compartió su experiencia espiritual y su proyecto apostólico. Entre ellos estaba Francisco Javier, que se convertiría en uno de los mayores misioneros de la historia. Juntos hicieron un voto de pobreza y castidad, y se comprometieron a ir a Jerusalén o a ponerse al servicio del Papa.
La Compañía de Jesús fue aprobada por el papa Paulo III en 1540 y se convirtió en una de las órdenes más influyentes de la Iglesia católica, especialmente durante la Contrarreforma. La Compañía de Jesús era una orden religiosa diferente a las existentes, ya que no seguía una regla fija sino unas constituciones flexibles, adaptadas a las circunstancias. Los jesuitas se caracterizaban por su movilidad, su obediencia al papa, su dedicación a la educación y su compromiso con la reforma católica frente al protestantismo.
Ignacio fue elegido el primer general de la Compañía de Jesús y desde Roma dirigió la expansión de la orden por Europa, América y Asia. Ignacio era líder y organizador de la Compañía. Aunque él hubiera preferido ir a misionar a Tierra Santa o a otros lugares, aceptó el cargo de general por obediencia y por el bien de la orden. Desde Roma, mantuvo una intensa correspondencia con los jesuitas que se encontraban en diferentes partes del mundo, a los que animaba, aconsejaba y corregía. También fundó el Colegio Romano, el primer centro educativo de la Compañía, y el noviciado de San Andrés del Quirinal, donde formó a los nuevos miembros.
Escribió las Constituciones de la Compañía de Jesús, que regulan la organización, el gobierno y la espiritualidad de la orden. Las Constituciones son el resultado de un largo proceso de reflexión y consulta, en el que Ignacio buscó la inspiración divina y la opinión de sus compañeros. Establecen los fines, los medios y las estructuras de la Compañía, así como los requisitos, las obligaciones y los derechos de sus miembros. También expresan el espíritu ignaciano, basado en el amor a Dios y al prójimo, la búsqueda de la mayor gloria de Dios y el servicio a la Iglesia.
Murió en Roma el 31 de julio de 1556 y fue canonizado por el papa Gregorio XV en 1622 junto con otros cuatro santos, entre ellos Francisco Javier. Ignacio murió a los 65 años, rodeado de sus hermanos jesuitas, después de haber sufrido varias enfermedades. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia del Gesù, en Roma, donde se conserva hasta hoy. Su canonización se produjo 66 años después de su muerte, junto con otros cuatro santos que representaban diferentes aspectos de la reforma católica: Francisco Javier, Teresa de Jesús, Felipe Neri e Isidro Labrador.
Es el patrono de Guipúzcoa y Vizcaya, de la Compañía de Jesús, de los ejercicios espirituales, de los soldados y de varias ciudades del mundo. Ignacio es venerado como patrono de su tierra natal, Guipúzcoa y Vizcaya, así como de la orden que fundó, la Compañía de Jesús. También es patrono de los ejercicios espirituales, una práctica que él mismo inició y difundió. Además, es patrono de los soldados, por su pasado militar y su espíritu combativo. Por último, es patrono de varias ciudades del mundo que tienen una especial relación con él o con los jesuitas, como Junín (Argentina), Amberes (Bélgica) o Bilbao (España).
Fuentes y más: Euston, Biografias.es, Lifeder, Biografías y vidas