PASTORAL
9 de julio: León-Ignacio Mangin
León-Ignacio Mangin murió en 1900 con su compañero jesuita Pablo Denn, en el poblado de Zhujiahe, mientras estaba en oración, con todos aquellos que se habían negado a abandonar su fe cristiana, durante la Rebelión Bóxer. Los bóxers eran una sociedad secreta chine que puso en marcha una persecución contra los católicos en 1898: durante esta persecución perdieron la vida unos 30.000 católicos.
El P. Mangin había nacido en Metz, Francia, e ingresó en la Compañía el año 1875. Partió para la misión de China y estudio teología y lengua china, y recibió la ordenación en 1886. Llegó a Zhujiahe en 1900; el número de habitantes subió de 400 a su llegada hasta casi 3.000, a causa de las amenazas de ser atacados. Mangin procedió a fortificar la población lo mejor posible y a almacenar provisiones. Pidió al P. Denn que abandonara un pueblecito cercano y se le uniera en Zhujiahe. Denn era también francés y había trabajado de empleado de banca antes de entrar en la Compañía para ser misionero. Había sido ordenado en China el año 1880.
Los bóxers (a los que los ingleses habían dado este nombre por los ejercicios gimnásticos que hacían) atacaron la población fortificada el 15 de julio de 1900, pero los habitantes fueron capaces de repelerlos. Tampoco tuvieron éxito en un nuevo ataque al día siguiente, pero entonces 2.000 soldados del ejército imperial interrumpieron su marcha hacia Peking (hoy Beijing) para dar refuerzo a los bóxers. Cuando Mangin vio la magnitud de las fuerzas de ataque supo que el pueblo estaba perdido. Algunos pudieron escaparse al amparo de la noche, pero los dos jesuitas prefirieron quedarse con su rebaño.
Los atacantes construyeron torres que les permitían saltar las barricadas, y la mañana del 20 de Julio se abrieron camino hacia el interior de la población. Los dos jesuitas reunieron a las mujeres y a los niños dentro de la iglesia y se pusieron a rezar con ellos preparándose para lo que pudiera ocurrir. Los pocos hombres aún con vida se introdujeron en la capilla poco antes de que los bóxers destrozaran las puertas de la iglesia y se enfrentaron a la comunidad católica. Era la última oportunidad que tenían de renunciar a su fe, decían. Pocos les hicieron caso. Entonces empezó el tiroteo. Deen entonó el “Confiteor” y Mangin pronunció la formula de la absolución. Fueron de los primeros en morir, luego los atacantes dispararon contra la comunidad y comenzaron a atravesar a las personas con sus espadas antes de poner fuego a la techumbre. Sus huesos permanecieron en el lugar hasta 1901, cuando, recogidos y puestos en ataúdes, fueron enterrados en una nueva iglesia erigida en aquel mismo lugar. La muerte se llevó aquel día 1.370 católicos.
Fuente y más: jesuits global
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