En 1862 el entonces presidente Gabriel García Moreno trajo a los jesuitas de vuelta al Ecuador y les encargó el Colegio Nacional en Quito, en parte de las mismas instalaciones que ocupó el antiguo colegio jesuita San Luis durante los años de la Colonia, junto a la iglesia de La Compañía, en pleno centro del antiguo Quito. El colegio sería rebautizado como San Gabriel.
Por 40 años se mantuvo como colegio nacional, subsidiado por el Estado, hasta que los gobiernos liberales de finales del Siglo XIX le llevaron a convertirse en colegio privado; eso sí, continuaba regentado por los jesuitas.
Durante todo el Siglo XX el San Gabriel pasó por diferentes modos e intensidades de control estatal, pero continuó creciendo en número y en prestigio, sirviendo no solo a la ciudad de Quito sino a jóvenes de todo el Ecuador.
En 1958 se mudó de local, pasando a las instalaciones actuales en la avenida América, en el norte de la ciudad. En los primeros años del presente siglo, se realizaron mejoras en ese edificio: aumentó el número de aulas, mejoraron los laboratorios y se edificó la piscina temperada cubierta, entre otras renovaciones.
En 2011, un año antes de celebrar el sesquicentenario de vida institucional y como respuesta a la Constitución del 2008, a la nueva ley educativa y a sus reglamentos, el colegio abrió el primer año de educación básica (niños y niñas de 5 años de edad). Cada año, hasta el 2017, se incrementó un nivel más hasta completar la Unidad Educativa.
La estructura del edificio del plantel también se ha visto obligado a adaptarse a los nuevos estudiantes y a la innovación educativa. En 2013 se construyeron dos nuevos edificios donde se albergan los niveles de Inicial y Básica Elemental. En el año 2017 se inauguró el edificio del Bachillerato, que responde a las necesidades de estudiantes y docentes de Primero, Segundo y Tercero.
En el año lectivo 2016 – 2017, comenzó un importante cambio educativo, con la aprobación del Ministerio de Educación para implementar el proyecto Innov Acción XXI, que dio luz verde a los seis colegios jesuitas del Ecuador para realizar la transformación educativa. Este cambio no solo involucra una metodología de enseñanza, sino que tiene sus bases en cuatro grandes pilares:
El San Gabriel forma parte de la Confederación Ecuatoriana de Establecimientos de Educación Católica (CONFEDEC); de la Red de Unidades Educativas Ignacianas del Ecuador (RUEI) y de la Federación Latinoamericana de Colegios de la Compañía de Jesús (FLACSI).
En la noche del 20 de abril de 1906, en el antiguo edificio del Colegio San Gabriel, en las calles Benalcázar y Sucre, en el Centro Histórico de Quito, sucedió un hecho que cambiaría la vida de los estudiantes del colegio. Corrían las vacaciones de Semana Santa. Tan solo 35 estudiantes
internos cenaban en el comedor. Eran las 8 de la noche. A la derecha de la mesa, en la pared estaba una litografía de la Virgen de los Dolores. Muy cerca de la imagen estaban Jaime Chávez, Carlos Hermann y Donoso.
Hermann de repente quedó pasmado. Observó que los párpados de la imagen se movían. En un primer momento creyó que lo visto era producto de su imaginación. Sin embargo, Chávez, quien también se había fijado en la imagen dijo “¡Ve a la Virgen!; Ambos quedaron atónitos observando que la imagen abría y cerraba los ojos como una persona viva.
Poco a poco comenzó a correrse la voz entre el resto de estudiantes. Uno de ellos comunicó el hecho al padre Andrés Roesh S.J., prefecto del colegio y a Luis Alberdi S.J., inspector. Este último dijo a Roesch: “Pero Padre, si esto es un prodigio”. El fenómeno duró cerca de 15 minutos.
El 21 de abril empezó a correr en Quito el rumor del extraño suceso. La suprema autoridad eclesiástica de entonces, Monseñor Ulpiano López Quiñonez, Vicario Capitular, ordenó “que se cubra dicha imagen y nada se publique por la prensa ni en el púlpito, relativo a ese
acontecimiento, mientras no se decida sobre su valor y autenticidad”.
Los peritos, José María Troya, profesor de física, Carlos Caldas, profesor de Química de la Universidad Central; José Lasso, fotógrafo y Antonio Salguero, pintor; concluyeron que el hecho no pudo darse por el efecto de la luz o por las condiciones en las que estaba ubicado el
cuadro, pues el movimiento de los párpados se repitió varias veces. La imagen fue calificada por este grupo como perfecta. También un grupo de médicos analizó a cada uno de los testigos y concluyó que el hecho no fue efecto de una ilusión sensorial.
Después de todas estas indagaciones y procesos, la autoridad eclesiástica emitió su dictamen el 31 de mayo de 1906, que en su parte esencial decía:
“1. El hecho, verificado en el colegio de los jesuitas, está comprobado como materialmente
cierto.
2. Por las circunstancias en que acaeció, no puede explicarse por causas naturales.
3. Por los antecedentes y las consecuencias, no puede atribuirse a influjo diabólico.
En consecuencia, puede creérselo con fe puramente humana y, por lo mismo, puede prestarse a la imagen que lo ha ocasionado, el culto permitido por la Iglesia y acudir a ella con especial confianza”.
Desde entonces los estudiantes del Colegio San Gabriel y de los otros cinco colegios jesuitas del Ecuador profesan una especial devoción a María Dolorosa. Su presencia y su protección se manifiestan en esos jóvenes con una intensidad que trasciende sus años de colegio y se extiende durante toda la vida.
Nació en San Gabriel, provincia del Carchi. Hermano jesuita desde 1990. El Noviciado y Juniorado los realizó en Quito. La compañía de Jesús le ha permitido formarse en Administración y Gerencia Educativa, Tecnologías aplicadas a la Educación y otras áreas de la gestión escolar.
Ha colaborado como rector de las Unidades Educativas San Felipe Neri en Riobamba y Cristo Rey en Portoviejo. Estuvo algunos años colaborando entre la Oficina de Educación, y junto a un equipo de trabajo multidisciplinario lideró el diseño y ejecución de los proyectos CARDONER Y ACADEMIUM.
A partir del 20 de agosto de 2019, se posesiona como rector en el Colegio San Gabriel – Unidad Educativa.
Hoja de vida (resumen)
Funciones y responsabilidades